jueves, 29 de noviembre de 2007

¿Habla usted Zapateñol? (ARTÍCULO DE OPINIÓN)

Después de ver el video de Zapatero dirigiéndose a los ciudadanos hablando con la ‘z’ y después de oírle haciendo chistes sobre los trenes de cercanías de Barcelona, se me han pasado todas las preocupaciones que tenía.

¡Qué aplomo, qué sonrisa! Hasta en el atuendo que utilizó para grabar el famoso video daba sensación de cercanía a los ciudadanos. Ropa sencilla pero elegante, camisa con el cuello abierto, sin corbata y, sobre todo, una sonrisa distendida en su rostro que transmitía tranquilidad, despreocupación y alegría.

Sabe Zapatero que no hay nada como una broma graciosa o un buen chiste para quitarnos las penas y que nos riamos de nuestro presente y de nuestro futuro.

Qué ocurrente estuvo con el chiste de las cercanías y qué divertido resulta oírle hablar con la ‘z’.

Cuando yo era niña, en mi colegio, los niños también hablábamos nuestro propio idioma: el Chiñol. Consistía en poner una chi delante de las sílabas y era divertidísimo. “Chitu, chie, chires, chiton, chita”. Digo yo que el idioma de Zapatero, por similitud con el Chiñol de mi infancia, se debería llamar el Zapateñol.

Yo creo que, en la realidad, nuestro presidente, como corresponde a su cargo, es un hombre al que, gobernando, no le gustan las bromas, y creo que, cuando nuestro presidente se pone chistoso, lo hace para hacernos olvidar la que está cayendo y los nubarrones que se nos vienen encima.

Con sus bromas y sus chistes lo que busca nuestro presidente es que, como él, nos echemos a la espalda asuntos como el fracaso de la ley de la violencia de género, el coste económico y social de los apoyos al gobierno de los separatistas, el absurdo de la ley de memoria histórica, la deceleración del consumo, la aprobación de unos presupuestos generales del Estado que no se los cree ni su propio autor, los líos que está ocasionando la ministra de Fomento o, sin ir más lejos, los insultos de Chávez.

También quiere nuestro presidente que no nos preocupemos por el terrorismo, por las fuertes subidas de las hipotecas, por los precios que han alcanzado los alimentos, por nuestra pérdida de poder adquisitivo, por el precio de los combustibles, por los elevados impuestos que pagamos o por la situación de la agricultura, de la ganadería y de la pesca.

La verdad es que tenemos que estar agradecidos a nuestro presidente. No sólo por la situación económica y social a la que nos ha llevado, también se lo tenemos que estar por haber inventado el Zapateñol.

Con el Zapateñol nos ha puesto entre las manos la posibilidad de cohesionar España y que se acaben nuestros problemas. Basta con que Zapatero se ponga de acuerdo con sus socios separatistas y lo normalicen y que, una vez normalizado, a los que no quieran hablar Zapateñol, que los multen.

Debería un experto, igual que hizo Antonio de Nebrija escribiendo la primera Gramática de la Lengua Castellana, ponerse a escribir la primera Gramática del Zapateñol.

Ni que decir tiene que el prólogo de la obra, lo mismo que el de la Ley de Memoria Histórica, debería hacerlo el propio Zapatero.

Conociendo sus capacidades, nuestro presidente, si él quiere, nos cuenta un par de chistes y es capaz de ponernos a todos a estudiar Zapateñol.

“Cozaz máz difízilez hemoz vizto loz ultimoz añoz”.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Los dos diputados del emperador

Es extrañamente siniestro el interés que Barreda tiene por dar rapidez a la reforma de la Ley Electoral de Castilla-La Mancha, basándose en la necesidad de establecer proporcionalidad entre la población y el número de representantes en las Cortes. Y es llamativo el hecho de que haya centralizado y limitado ese interés precisamente a Guadalajara, territorio comanche para él, donde necesita un diputado más y, para que no se note mucho, ha incluido a Toledo en su búsqueda del otro diputado perdido.

Las razones de efectuar la reforma, las verdaderas, las conocemos todos. Es evidente la necesidad de una reforma para adaptarse a los cambios sociales y de población que ha habido en Guadalajara, Toledo, pero también hay necesidad en las demás provincias de Castilla-La Mancha.

En las Cortes, el pasado 29 de enero, se aprobó por unanimidad la propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, en ella se incluyen y se pretenden realizar cambios que mejoren, no sólo la reforma de la Ley Electoral, sino también otros aspectos que afectan a los ciudadanos de esta región.

En ese proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía se recoge que, para llevar a cabo una reforma en la Ley que regula los aspectos electorales en nuestra Comunidad, se precisa una mayoría cualificada de los dos tercios de las Cortes. Es decir, harán falta más diputados para la toma de decisiones, lo que en definitiva se traduce en una mayor y mejor participación de los ciudadanos en el rumbo de la región.

Son curiosas las contradicciones de Barreda, igual que son curiosos el servilismo y la justificación que hacen los demás miembros de su Gobierno, porque se les ve sin mucha convicción en su defensa. Pero no nos desviemos, vamos al asunto.

Decía que es llamativo que Barreda use la defensa de la democracia como argumento para justificar cambios de leyes cuando él no la respeta y actúa como el dueño y señor de Castilla-La Mancha al decir que sacará adelante la reforma electoral, “se ponga como se ponga el PP”.

Olvida dos aspectos básicos de la democracia. Primero, que está yendo en contra de lo aprobado por unanimidad en las Cortes Regionales, la Casa de la Democracia, y segundo, que el PP defiende el pensamiento de un grupo muy amplio de ciudadanos castellano manchegos al que, con esa actitud prepotente, Barreda está marginando sin cuidar ni proteger los verdaderos intereses de los contribuyentes.

Diga lo que diga y se ponga como se ponga, Barreda necesita lecciones de democracia, y, sobretodo, necesita una cura de humildad. Castilla-La Mancha no es su cortijo y no puede hacer lo que quiera para beneficiar únicamente a su partido.

Un presidente debe ser noble, digno y honrado y debe actuar como Gobierno, no como celebridad y no debe olvidar cuáles son las necesidades prioritarias por las que hay que luchar. Entre ellas en Castilla-La Mancha se incluyen los 91.355 parados, el elevado precio de la vivienda, el de los productos de primera necesidad, el problema del agua o el de la ganadería.

Un presidente no debe despreciar un proyecto de futuro como el nuevo Estatuto, que está pensado para garantizar el bienestar y la prosperidad de esta región. Y es que, si el Presidente, como primer ciudadano, no respeta ese Estatuto, es muy probable que, en el Congreso de los Diputados, donde se tiene que aprobar, no se lo tomen en serio.

Se ve que Barreda aprende rápido del maestro del relativismo, Zapatero. Sus políticas son fruto de golpes de efecto y no van acompañadas ni de reflexión, ni de consenso, ni de previsión. Ambos utilizan la democracia sin el más mínimo respaldo de responsabilidad, dejando correr su hedonismo exacerbado a lomos de la demagogia. Y eso no está muy lejos de ser una forma de despotismo que preocupa a los que creemos en la libertad.

Entendemos, como grupo parlamentario, que para modificar la Ley Electoral es preciso crear una Comisión que redacte, fruto de la reflexión y del consenso, una ley en la que se establezca un sistema de reparto de escaños flexible, automático y proporcional que se adapte a las variaciones de población, y no en función del número de votos que se puedan ganar, que es lo que Barreda persigue.

Decía Napoleón que para que algo no funcione hay que crear una Comisión. Era tal el ansia de control del pequeño corso que no podía confiar en nadie más que en sí mismo, algo parecido es lo que le pasa a Barreda.

Si no cambia su estilo y continúa con estas formas de actuación, sin contar con los ciudadanos, no tardará mucho en llegar el día en que Castilla-La Mancha tenga su emperador.