lunes, 11 de junio de 2007

Dos p'allá y dos p'acá: el camelo de la autopista

Hay políticos que tienen la habilidad de quedarse con la gente. Lo malo no es que hablen por hablar; lo malo es que debajo de sus palabras haya trampa.

Hace unos días José Mª Barreda se infló de manifestar su ferviente españolismo en la fiesta de la Comunidad, entre migas y calderetas en Quintanar de la Orden. ¡Cómo nos hubiera gustado oírle decir que la autopista Madrid-Toledo-Ciudad Real-Córdoba era una inminente realidad! No dijo nada de nada, pero ya se había encargado de decir su colega, el presidente de la Comunidad Andaluza, Sr. Chaves, que se había dejado caer por aquí para apoyarle en las elecciones regionales, que la citada autopista iba a ser una realidad que permitiría que las zonas más atrasadas de España se desarrollasen.

Estoy convencida de que quería quedarse con nosotros, que hablaba por hablar, que debajo de sus palabras había trampa. Uno y otro, Barreda y Chaves, sabían muy bien que, con el pretexto de proteger la fauna autóctona, de autopista, nada de nada.

Más aún, hace ya algún tiempo, en una entrevista televisada, el Sr. Chaves, que no parecía conocer la diferencia entre autopista y autovía, dijo una frase, ciertamente graciosa, pero que, en realidad, tiene muy poca gracia, por lo que suma a esa “España profunda” en la que ambos, el presidente andaluz y el presidente castellano-manchego, tan bien se mueven después de casi un cuarto de siglo de práctica. La frase que dijo al confundir autopista y autovía fue esta: “que más da, una carretera con dos p´allá y con dos p´acá”. Se nota que aprendió la diferencia porque en Andalucía todo lo que se han hecho han sido autovías, no se ha hecho una sola autopista, y en cambio, aunque ya sabe que las autopistas son de pago, no tuvo ningún reparo en exhibir ante los castellano-manchegos una carretera de las de “dos pallá y dos pacá”.

Como todo el mundo sabe, y los dos presidentes autonómicos deberían saber, las autovías son la versión simplificada de las autopistas y, cuestiones técnicas aparte, la diferencia que más nos interesa a los ciudadanos es que las autopistas son de peaje. Y, aunque esto debería alarmarnos, en Castilla-La Mancha no se ha negado nunca la importancia que tiene construir esta importante vía de comunicación y transporte.

Es curioso que la Ministra de Fomento ha esperado a que pasen las elecciones para que, cuando hace tan sólo unos días todo parecía indicar que el asunto estaba resuelto, sacando a relucir los linces, los lobos ibéricos, las águilas imperiales, los buitres negros, o no sé que animalitos, engañarnos una vez más y dejar el proyecto (y sigo con la fauna) para cuando las ranas críen pelos.

Aunque mi tono sea jocoso, la cosa no es para tomársela a broma. Se trata de una cruel trampa consensuada por la Ministra de Fomento y por los dos presidentes autonómicos.

¿Por qué no nos dijeron en la campaña electoral que de carretera con “dos p´allá, y dos p´acá nada de nada”? Pretenden que ahora creamos que el estudio de impacto ambiental lo han hecho en una semana, que es el tiempo transcurrido desde que pasaron las elecciones hasta que el Ministerio de Medio Ambiente ha emitido una resolución negativa a su construcción.

Lo que realmente tienen que hacer los referidos políticos es dejar de quedarse con nosotros, sacar a las zonas mas deprimidas de España de su situación y buscar soluciones que permitan construir vías compatibles con el medio ambiente que comuniquen Madrid, Toledo, Ciudad Real y Córdoba.

A lo mejor lo que están haciendo es dejar pasar un tiempo para, en breve, apuntarse el tanto de que esta situación se ha resuelto gracias a su gestión. Dije que hay políticos que tienen la habilidad de quedarse con la gente. Que lo malo no es que hablen por hablar; lo malo es que debajo de sus palabras haya trampa. Ellos sabrán lo que están haciendo.